lunes, 28 de diciembre de 2009

Consecuencias para el eterno retorno

Cuando los dados lanzados afirman una vez el azar, los dados que caen afirman necesariamente el número o el destino que acompaña a la tirada. Es en este sentido que el segundo momento del juego también es el conjunto de los dos momentos o el jugador que vale por el conjunto. El eterno retorno es el segundo momento, el resultado de la tirada, la afirmación de la necesidad, el número que reúne todos los miembros del azar, pero también el retorno del primer momento, la repetición de la tirada, la reproducción y la re-afirmación del propio azar. El destino en el eterno retorno es también la «bienvenida» del azar: «Hago hervir en mi olla todo lo que es azar. Y hasta que el azar no está cocido y a punto, no le deseo la bienvenida para hacer de él mi alimento. Y en verdad, mucho azar se ha acercado a mí como dueño: pero mi voluntad le ha hablado más imperiosamente todavía, y ya estaba arrodillado delante mío y suplicándome — me suplicaba darle asilo y cordial acogida, y me hablaba de modo adulador: tenlo en cuenta, Zarathustra, sólo hay un amigo que venga así a casa de un amigo» ]. Esto quiere decir: hay muchos fragmentos del azar que pretenden valer por sí mismos; se amparan en su probabilidad, cada uno solicita del jugador varias tiradas; repartidos en varias tiradas, convertidos en simples probabilidades, los fragmentos del azar son esclavos que quieren hablar como señores; pero Zarathustra sabe que no es así como hay que jugar, ni dejar jugar; al contrario, hay que afirmar todo el azar de un golpe (es decir, hacerlo hervir y cocer como el jugador que calienta los dados en sus manos), para reunir todos los fragmentos y para afirmar el número que no es probable, sino fatal y necesario; sólo entonces es el azar un amigo que va a ver a su amigo, y que éste hace volver, un amigo del destino del que el propio destino asegura el eterno retorno como tal.

Gilles Deleuze.
Nietzsche y la filosofía

miércoles, 23 de diciembre de 2009

Cardinale

lunes, 21 de diciembre de 2009

Alegría

Alegría,
razones que olvidar.

Alegría,
cosas que vivir.

Qué poco para decir.
Cuánto porqué seguir.

Miro el cielo,
miro mis pies.

Sigo adelante,
y te sonrío.

lunes, 7 de diciembre de 2009

Aclaraciones

- ¿Por qué estás en un desierto?
- Porque necesito la vastedad del aire puro en absoluta disponibilidad para todos mis respiros
- ¿Es entonces, necesidad de estar solo, de que nadie te siga?
- No se excluyen. Pero si alguien quisiera encontrarme, tendrá que tener la misma necesidad de tipos de respiros. Además, yo sólo puedo encontrar a quien necesite de un profundo respiro.
- Y al verte, algún solitario viajante en el desierto, ¿no se queda azorado por tu localidad?, ¿y qué de aquél que se tiente con vivir conforme a la misma regla?
- De aquel que se queda azorado por no comprenderme, que sepa salir rápido del desierto antes de que éste le desborde todas las posibilidades y lo hunda, de aquel que quiera mi regla no quiere la suya, ése que se encuentre a sí mismo, ese que parta a su regla. Pero, ¡qué fiesta cuando una persona que aparece ya ha devenido en una búsqueda que la ubicó en cercanía con la mía!

miércoles, 2 de diciembre de 2009

Rayuela

¿Pero no hemos vivido así todo el tiempo, lacerándonos dulcemente? No, no hemos vivido así, ella hubiera querido pero una vez más yo volví a sentar el falso orden que disimula el caos, a fingir que me entregaba a una vida profunda de la que sólo tocaba el agua terrible con la punta del pie. Hay ríos metafísicos, ella los nada como esa golondrina está nadando en el aire, girando alucinada en torno al campanario, dejándose caer para levantarse mejor con el impulso. Yo describo y defino y deseo esos ríos, ella los nada. Yo los busco, los encuentro, los miro desde el puente, ella los nada. Y no lo sabe, igualita a la golondrina. No necesita saber como yo, puede vivir en el desorden sin que ninguna conciencia de orden la retenga. Ese desorden que es su orden misterioso, esa bohemia del cuerpo y el alma que le abre de par en par las verdaderas puertas. Su vida no es desorden más que para mí, enterrado en prejuicios que desprecio y respeto al mismo tiempo. Yo, condenado a ser absuelto irremediablemente por la Maga que me juzga sin saberlo. Ah, dejame entrar, dejame ver algún día como ven tus ojos.
Inútil. Condenado a ser absuelto. Vuélvase a casa y lea a Spinoza. La Maga no sabe quién es Spinoza. La Maga lee interminables novelas de rusos y alemanes y Pérez Galdós y las olvida en seguida. Nunca sospechará que me condena a leer a Spinoza. Juez inaudito, juez por sus manos, por su carrera en plena calle, juez por sólo mirarme y dejarme desnudo, juez por tonta e infeliz y desconcertada y roma y menos que nada. Por todo eso que sé desde mi amargo saber, con mi podrido rasero de universitario y hombre esclarecido, por todo eso, juez. Dejate caer, golondrina, con esas filosas tijeras que recortan el cielo de Saint-Germain-des-Prés, arrancá estos ojos que miran sin ver, estoy condenado sin apelación, pronto a ese cadalzo azul al que me izan las manos de la mujer cuidando a su hijo, pronto la pena, pronto el orden mentido de estar solo y recobrar la suficiencia, la egociencia, la conciencia. Y con tanta ciencia una inútil ansia de tener lástima de algo, de que llueva aquí dentro, de que por fin empiece a llover, a oler a tierra, a cosas vivas, sí, por fin a cosas vivas.

Capítulo 21.
Julio Cortázar.

lunes, 30 de noviembre de 2009

Y aún con todas
las contradicciones habidas,
y aún con todas a porvenir,
vivo otra vez la inocencia.

Y eso es algo irrefutable.

viernes, 27 de noviembre de 2009

lunes, 16 de noviembre de 2009

376. De los amigos

Sólo medita por una vez para ti mismo cuán diversos son los sentimientos, cuán divididas están las opiniones, aun entre los conocidos más íntimos; cómo incluso opiniones idénticas tienen en la cabezas de tus amigos un lugar o una intensidad enteramente diferentes que en la tuya; cuantísimas veces se presenta el pretexto para el malentendido, para la divergencia hostil. Después de todo ello, te dirás: ¡qué inseguro es el terreno sobre el que descansan todas nuestras alianzas y amistades, qué cerca está los chaparrones o el mal tiempo, qué aislado está todo hombre! Si alguien comprende esto y además que todas las opiniones y su índole e intensidad son entre semejantes tan necesarias e irresponsables como sus acciones, si se percata de esta necesidad interna de las opiniones a partir de la inextricable imbricación de carácter, ocupación, talento, entorno, tal vez se libre entonces de la amargura e incisividad de ese sentimiento con que el sabio exclamó: «¡Amigos, no hay amigos». Más bien se confesará: sí hay amigos, pero es el error, la ilusión acerca de ti lo que los ha conducido a ti; y deben aprender a callar para seguir siendo amigos tuyos; pues casi siempre tales relaciones humanas estriban en que nunca se digan, ni siquiera se rocen, cierto par de cosas; pero en cuanto estas piedrecitas echan a rodar, la amistad va detrás y se rompe. ¿Hay hombres que no resultarán mortalmente heridos si se enterasen de lo que sus más íntimos amigos saben de ellos en el fondo? Al aprender a conocernos a nosotros mismos y a considerar nuestro mismo ser como una esfera cambiante de opiniones y disposiciones y, por tanto a menospreciarlo un poco, restablecemos nuestro equilibrio con los demás. Es verdad que tenemos buenas razones para despreciar a cada uno de nuestros conocidos, aunque sean los más grandes; pero igual de buenas para volver este sentimiento contra nosotros mismos. Y así, soportémonos unos a otros, ya que nos soportamos a nosotros; y tal vez le llegue a cada cual algún día también la hora más jubilosa en que diga:

«¡Amigos no hay amigos!», exclamó el sabio moribundo;
«¡Enemigos, no hay enemigos!», exclamo yo el loco viviente.


Nietzsche, Humano, demasiado humano.

sábado, 14 de noviembre de 2009

H

Si no somos culpables de lo malo que nos sucede, es porque tampoco somos responsables de lo bueno que nos acaece, puesto que salvar un término de la dicotomía llevaría a toda una dogmática, probablemente ya existente en el pasado (¿qué falta ya por existir?), la cual no superaría el hecho de ser una mera justificación, útiles pero meras maneras de ordenar los acontecimientos para no ser desbordados por ellos, y poder verificar a través de un criterio binario de éxito-fracaso, el efecto de ganador o perdedor.
Pero si la ilusión que genera el advertir que uno es conciencia de un cuerpo, permite aventurar perspectivas posibles acerca de lo que pudo haberse transformado, por medio de lo que vendrá por transformarse, siendo que siempre subyace la fuerza constante que cursa invariablemente siempre primera a toda reacción, tal vez entonces, ésta pueda trastocarse al fin por intervención de quien/de qué, que andando de por medio, sin saberlo, sin suponer muy acertadamente, pero tragicamente hacedor, porque en definitiva con su presencia, no permite la unidad entre lo pasado y lo futuro, crea la salida.
Nunca distinguirá si ganó o perdió. Sería suficiente con que, Quizá, abrió salida.

viernes, 13 de noviembre de 2009

El sentido

La interpretación revela su complejidad si se piensa que una nueva fuerza no puede aparecer y apropiarse de un objeto más que adoptando, en su momento inicial, la máscara de las fuerzas precedentes que ya la han ocupado. La máscara o la astucia son leyes de la naturaleza, o sea algo más que una máscara o una astucia. La vida, en sus comienzos, debe imitar la materia para ser únicamente posible. Una fuerza no sobreviviría, si antes no tomase en préstamos la faz de las fuerzas precedentes contra las que lucha. Por eso el filósofo sólo puede nacer y crecer, con alguna posibilidad de sobrevivir, teniendo el aire contemplativo del sacerdote, del hombre ascético y religioso que domina el mundo antes de su aparición. Que tal necesidad pesa sobre nosotros, no sólo lo testimonia la ridícula imagen que nos hacemos de la filosofía: la imagen del filósofo-prudente, amigo de la prudencia y de la ascesis. Pero aún más, la misma filosofía no arroja su máscara ascética a medida que crece: en un cierto modo debe creer en ella, no puede más que conquistar su máscara, dándole un nuevo sentido en el que finalmente se exprese la verdadera naturaleza de su fuerza anti-religiosa. Observamos que el arte de interpretar debe ser también un arte de atravesar las máscaras, y de descubrir qué es lo que se enmascara y por qué, y con qué objeto se conserva una máscara remodelándola. Es decir, que la genealogía no aparece al principio, y que se corre el riesgo de muchos contrasentidos al buscarla, desde el nacimiento, que es el padre de la criatura. La diferencia en el origen no aparece desde el origen, salvo quizás para una mirada particularmente experta, la mirada que ve de lejos, la mirada del presbítero, del genealogista. Sólo cuando la filosofía se ha desarrollado puede captarse la esencia o la genealogía, y distinguirla de todo aquello con lo que, al principio, tenía demasiado interés en confundirse.

Lo trágico,
Nietzsche y la filosofía.
G. Deleuze.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Necesidad de un ausente y de quien está presente

¿Quién aspira a la gloria? ¿Por qué se aspira a la gloria? ¿Es la gloria la forma superior de la mundana fama?, y ¿qué decirle a quien ya no está y del cual nunca sabremos si quizo la gloria, ni cómo la quizo, ni si supo que iría a ser capaz de lograrla? En el último caso, la gravedad de las palabras no es significativo. Lo significativo acá se ahoga en la laguna, el hiato del silencio, la cosa que impera por sobre el mundo, y que por eso se digna de ser permanentemente ultrajada: el silencio. Y con el silencio, los animales balbuceantes no saben qué hacer con su decir. Entonces, surge una serie de necesidades que no ocupan un espacio fenoménico, entidades en el espacio de la espiritualidad, y entonces el espíritu, eso que no ocupa su lugar en el espacio, y del que sin embargo no se podría dar cuenta sin la posibilidad de que el cuerpo haga vibrar en su caja torácica, la masa de sonidos que bajo cierta cadencia produce el efecto de otro universo, o bien, de otro plano del mismo universo, se anonada.
Quedarse con la necesidad de decir algo, parece terrible, produce el hiato del silencio, y entonces el espíritu sufre con el sufrir que hace sufrir al cuerpo, de donde toma su fuerza, en donde echa su raíz, pero dicha necesidad es eso que no existe, es eso que no tiene lugar, o mejor, que nace como efecto siendo aquello que aspira ser causa, y por tanto es por su apariencia de otro lugar, del que no se tiene experiencia, lo que irrita del hiato. Pero ¿cuán terrible es que el decir quede en su potencia como estado de falta?, ¿qué miedo existe en que el espíritu no logre su unidad, no se concilie consigo, y no permita la armonía con la carne que subyuga? No hay nada terrible ahí, sólo temor del espíritu al poder del cuerpo sobre él, el poder de la indiferencia natural a la cosa innatural. Concomitante al temor, existe otro que no es posible evitar, el de que, habiendo tolerado el hiato en el espíritu, éste se trastorna en el escenario del cuerpo, y deja en su marca invisible, una secuela fantasmal que persigue al hablante sin su oyente, y entonces el hablante le dice siempre al fantasma lo que debió haber dicho a su oyente. Lo terrible entonces no radica en no haber podido decir algo al oyente ausente para-siempre, sino, no haber podido evitar al fantasma que acompaña siempre al hablante que se quedó con parte del espíritu atragantado en la garganta.
¿Y qué más terrible que una parte del espíritu esté atragantado en la garganta? En el cuerpo todo debe seguir su curso, como el agua más pura que una vez estancada, comienza a pudrirse.

viernes, 30 de octubre de 2009

217

¡Ponerse en guardia contra quienes dan mucho valor a que se confíe en su tacto y sutileza morales en materia de distinciones morales! Jamás nos perdonan el haberse equivocado alguna vez en presencia nuestra (y, no digamos, a propósito de nosotros), -inevitablemente se convierten en nuestros calumniadores y detractores instintivos, aun cuando continúen siendo «amigos» nuestros-.
Bienaventurados los olvidadizos: pues «digerirán» incluso sus estupideces.

F. Nietzsche, Más allá del bien y del mal.

martes, 27 de octubre de 2009

jueves, 22 de octubre de 2009

Oktubre

De regreso a Octubre,
Desde Octubre,
Si un estandarte de mi parte,
Te prefiero igual,

XI

Se adelantaba lentamente, bajo un sol perpendicular a la tierra: su cuerpo sin sombra tenía la dura fragilidad de una rama, no sé yo qué fuerza combativa en su levedad ni qué terrible audacia en su decoro. Llevaba un traje celeste que la envolvía como un pedazo de bruma; pero el jardín, la luz, el aire, todo el trabajo de la tierra y del cielo se concertaban allí para vestirla, tan pavorosa era, sin embargo, su desnudez. Vuelto su rostro al sol, mostraba las dos violetas de sus ojos y el arco leve de su sonrisa; en torno de sus cabellos trazaba círculos una abeja zumbante. Al andar, sus pies menudos hacían crujir arenas de oro, conchas marinas y corazas azules de escarabajos; y su llegada me parecía interminable, como si Aquélla vienese de muy lejos, a través de cien días y cien noches.

El Cuaderno de Tapas Azules,
Adan Buenosayres
.
Leopoldo Marechal

viernes, 16 de octubre de 2009

Basta cheeee

"Basta che, y sí, dijo eso, y no se arrepiente porque obviamente no se va a arrepentir, es como dice Diego, al final parece que lo que querían es no ir al mundial... Piensen lo siguiente, si le preguntan a Charly Garcia si se arrepiente de haberse tirado del noveno piso, que les va adecir? que nooo... porque se salvó. Lo mismo Maradona, queridos, aprendan, GANO y estamos en el mundial, y ahora hablen de otra cosa, que el que le pide al Diego buenos modales o 1) no lo conoce, o 2) se cree que fue a un colegio inglés."


Diario Crítica, comentario a la nota: Sigan mamando: "No pienso volver atrás y no tengo que pedir disculpas"

domingo, 4 de octubre de 2009

Cita Sin (Su) Autor.

"el admite
un amor tan absoluto
por la soledad
que sus silencios son
leyenda"

Rosarium philosophorum


Der grüne Löwe, der Sol verschlingt

***

Emblema XVIII. Lo otro de sí se convierte en sí mismo: el alquimista ha conseguido la Iluminación. El león devora el Sol. La sangre cae sobre la tierra.

sábado, 3 de octubre de 2009

Libro de Manuel

–Pero tú la quieres a ella, Andrés. Yo soy tu contragolpe, lo que te devuelve por un rato a ella. No es un reproche, te quiero, lo sabes, te guardo como eres, en tu mundo, desde el otro lado donde no conozco nada, no conozco a nadie, a ninguno de tus amigos, la vida que haces con ellos, los sudamericanos que solamente encuentros en las novelas y en el cine.

–No es solamente culpa mía –le dije hoscamente–, toda esa tribu incluye a Ludmilla y ustedes dos han decretado que no pueden y no deben encontrarse por nunca jamás.

–Me pregunto cómo podríamos encontrarnos, qué bases podría tener una relación con lo que nos rodea, este mundo. Tú vas y vienes, como yo podría ir y venir si tuviese otro amigo; una vez, hace ya tanto, pensé vagamente que era posible, pero todo se quedó en eso, vagamente. Tú no nos quieres de veras, Andrés, es la única explicación posible, perdóname, ya sé que te asquea la psicología amorosa y todo eso, a ti te asquea todo lo que no te conviene en el fondo, perdóname otra vez.

–No es eso lo que me asquea, sino lo que hay detrás, la resistencia absurda de un mundo resquebrajado que sigue defendiendo rabiosamente sus formas más caducas. Querer, no querer, fórmulas. Yo he sido tan feliz con Ludmilla, era perfectamente feliz con ella cuando te encontré y vi que eras otro pliegue de la felicidad, otra manera de ser feliz sin renunciar a lo que estaba viviendo; y te lo dije en seguida, y tú me dejaste venir aquí sin condiciones, aceptando.

–Siempre se acepta –dijo Francine– el tiempo es largo y una se dice que. Tal vez. Acaso un día. Porque el amor.

–La deducción es la misma, claro: ustedes dos son las que quieren de veras, mientras que yo, etcétera. Mirá, todo se me ha hecho trizas con Ludmilla, lo sabés, porque tampoco ella ha aceptado, porque no sirvió de nada ser honesto, ya lo sé, a mi manera, ser honesto es para mí que ella y vos sepan que hay vos y ella, eso es todo, pero no anduvo, no andará jamás, vivimos un tiempo en que todo está saltando por el aire y sin embargo ya ves, esos esquemas siguen fijos en gentes como nosotros, ya te das cuenta de que hablo de los pequeñoburgueses o de los obreros, la gente nucleada y familiada y casada y chimeneada y proleada, ah mierda, mierda.

–Y tú –dijo Francine que casi se divertía– juegas a U Thant entre Ludmilla y yo, el conciliador, la abeja entre dos flores, algo así; me gustaría verte tomando café con las dos al mismo tiempo, o llevándonos al cine del brazo. Ah, me sacas de mis casillas.

–Ojalá mi amor, ojalá.

Julio Cortázar.

Sombras del asesino del rock

El rock
ha muerto.

Lo apuñaló
el más feo
de todos
los hombres:

una mujer.

miércoles, 30 de septiembre de 2009

El arte por el arte.

El arte por el arte. La lucha contra todo objetivo asignado al arte es siempre una lucha contra la tendencia moralizante del arte, contra la subordinación del arte a la moral. El arte por el arte quiere decir: ¡Al diablo la moral! – pero esta hostilidad misma revela el poder tiránico del prejuicio. Si excluimos del arte el objetivo de predicar una moral y de corregir al hombre, no se sigue en absoluto que el arte esté totalmente desligado de justificación, de objetivo, de sentido, en breve, que sea “el arte por el arte”, esa serpiente que se muerde la cola… ¿Qué hace entonces el arte? ¿No alaba? ¿No celebra nada? El arte es el gran estimulante de la vida (§ 24).


F. Nietzsche, El Crepúsculo de los Ídolos.

mesianismo y revolución

Creo ser Goldstein.
«mesianismo y revolución».
el discurso acuciante
descansa a la philosophie.
Ella, afligida,
le pregunta
al espíritu
beligerante:

¿y de quién
sino de
otros,
sino de otros,
es de quién
se irá a hablar?


´´.´´
´´´´´

Yo,
digo:
creo ser Goldstein.
No, mandarina.
Soy mandarina.

Y la contrariada,
vapuleada,
recelada,
amada,
odiada,
¡pauvre philosophie!

¿y de qué
se habla,
sino se habla
de otros?

(...)

de nada.

(de nada)
(( e nad ))
((( na )))
(((( ))))
(((((((.............)))))))

lunes, 28 de septiembre de 2009

Libro de Manuel

Ludmilla no dijo nada pero me pasó una vez más la mano por la cara, casi sin tocarme la piel, y era algo que precisamente se parecía tanto a la lástima. En fin, cómo saber cuál de las dos me tenía más lástima porque también Francine se quedaba mirándome de a ratos como alguien que quiere consolar y se dice que es inútil porque no hay ni siquiera desconsuelo, hay esa otra cosa sin nombre que yo no puedo dejar de buscar o de ser, y así da capo al fine. Nada acababa ahí puesto que todos teníamos razón, nuestra razón. Nada acababa ahí pero nada parecía empezar tampoco; al extremo de cada diálogo con Francine, con Ludmilla, se abría un nuevo plazo precario donde caricias y sonrisas eran como habitantes furtivos y corteses, andando en puntas de pie; convencerse, entonces, convencerse (y no, imposible aceptar eso: seguir sobre el techo hasta el final, romperse la crisma pero seguir a caballo sobre dos aguas, sobre dos mundos, queriendo hacerlos uno solo o diez mil), convencerse entonces de que TRIÁNGULO: Figura formada por tres líneas que se cortan mutuamente. No. Aunque se corten, y vaya si se cortan antes y después de las caricias. No. Euclides, no, carajo.

Julio Cortázar

martes, 15 de septiembre de 2009

Hoy parto.

Hoy parto.

¿Y vos?
¿Dónde
tenes tu
corazón?

No
respondas.

Cualquier
respuesta,
por más
honesta
que sea,
sería una
mentira
de todas
maneras.

viernes, 11 de septiembre de 2009


Rep.

lunes, 7 de septiembre de 2009

sábado, 29 de agosto de 2009

El salvaje en el espejo

Los nuevos salvajes cristianos no sólo rechazaban la polis antigua y sus leyes coercitivas; su libertad era también un acto de rebeldía contra el pecado original, una afirmación del poder del hombre para desprenderse no sólo de las leyes seculares sino también de las leyes de la naturaleza; era un acto utópico, exasperado, encaminado a encontrar la liberación. Fueron auténticos atletas, como se les solía llamar, que pusieron todas las fuerzas de su naturaleza humana para derrotarla; en un intento de liberarse de sí mismos, llegaron a mimetizarse con la naturaleza animal a la que combatían.
El monoteísmo judeocristiano, en su lucha contra el paganismo, necesitaba expulsar "de la naturaleza a la divinidad", como ha dicho Toynbee. No sólo fueron expulsados de su cuna natural los dioses paganos, sino que la naturaleza fue convertida en un campo de batalla -el desierto- en donde se enfrentaban las fuerzas del mal y del bien. En el desierto, como metáfora de una historia desnaturalizada, sólo podían sobrevivir, para llegar a la redención final, los hombres salvajes endurecidos por pecados bestiales pero santificados gracias a los sacrificios de una vida ascética y a una fe templada, como dice Cioran, en el "furor contra el mundo antiguo".
En cierto sentido, no estaban equivocados los pensadores paganos que veían a los cristianos como unos hombres salvajes. No sin razón Celso, a fines del siglo II d.C., se refiere a ellos como a una "nueva raza de hombre nacidos ayer, sin patria ni tradiciones, conjurados contra todas las instituciones religiosas y civiles, perseguidos por la justicia, universalmente marcados por la infamia, pero glorificándose de la execración común". Los anacoretas peludos del desierto eran un signo del peligro -de la hybris- que amenazaba a la civilización antigua.

Roger Bartra

viernes, 28 de agosto de 2009

Esa mujer

Por Martín Caparrós.

Es curioso lo que pasa con las mujeres cuando llegan al poder: nada. Quiero decir: nada que las distinga demasiado de los hombres en el poder. Se diría que, en esa frase, lo importante es “el poder”, no el sexo de quien lo ejerce. En las últimas décadas, desde que empezaron a encabezar gobiernos, parece como si la mayoría de esas mujeres se hubieran propuesto desmentir cualquier atisbo de sospecha de posibilidad de acaso imaginar que su condición femenina las haría más débiles –menos capaces de poder con el poder– y se convirtieron en superhombres: Margaret Thatcher es el caso emblemático, pero también Golda Meir o Benazir Bhutto o Angela Merkel. Son mujeres que intentaron demostrar que, en el poder, ser mujer no significa casi nada. Contra cualquier postulado de que lo femenino podía ser diferente, contra aquel discurso que sostenía que los que habían hecho la guerra y la injusticia y las sombras del mundo eran los hombres, ellas contribuyeron a la idea de igualdad de géneros: que una mujer puede ser tan inclemente como el más inclemente de sus conciudadanos.

Diario Crítica,
Contratapa del 27-08-09.

miércoles, 26 de agosto de 2009

Chacarera del pensador



Proyecto Sanluca.

martes, 25 de agosto de 2009

Infinitos temores de la escritura

La escritura es una incisión, y las palabras, una constancia de elementos que deben volver a ser los mismos, a pesar de que la materia, el sustrato donde se hará el grabado, donde quedará la cicatriz y se transforme de manera inevitable la carne que tiembla, no permitan siquiera un sólo paso atrás. Sin embargo por ello, la escritura se tornará así, con ese límite, gracias a él, el absurdo de una repetición eterna de lo ya nunca retornable, y que además, siempre será ajeno, achacando esa diferencia hasta el agobio, si es que hace falta, cuando intentar advertirlo sea demasiado tarde para que alguien pudiera aparecer, y hacerse responsable.

Entonces, ¿qué juego hará cada uno, tratándose de algo que se repite por abundante?, ¿qué imagen contribuirá a ensoñar, y con ello, qué presencia hará surgir, ¡sin querer!, en medio de tanta repetición?
Las palabras no pertenecen a nadie, y por ello mismo, no señalan a nadie: resultan, solamente, la arcilla que se permiten del abuso obsceno de la persistencia humana.

Entonces, lo que evoque una palabra, ¡es tan propio como ajeno!, así, lo que un mismo nombre haga surgir ante los ojos de un otro, ¡es tan ajeno como inabarcable!

En estas condiciones nunca deliberadas, por siempre ya establecidas, ¿qué miedo surge ante un juego blanco, de un ser ajeno a cada uno que se encuentra de pronto aquí, como el lector desprevenido? Yo no puedo preocupar por ello. Nadie debería preocupar por nada.

¿Pero?, otro incansablemente "sin embargo..."


Entonces, recomenzar:
Nadie se encuentra,
ni se encontrará jamás,
en el infinito no-lugar
del fantasma que asedia.

Más vale que aquél [el lector...] se empiece a reír, o luego ni siquiera podrá lloriquear
(¿y cómo hará después, con el atribulado llanto que su espasmo no le permitirá fluir?).

domingo, 23 de agosto de 2009

Liberación

Cuando uno
se quita los ropajes,
se descubre de
todas las máscaras,
y queda todavía el eco
hablando en el viento.

Entonces el fantasma,
conquista la maldición
de todos los hombres.

Y a vos, que me
entregaste tu
eternidad,
yo te entregué mi
fragmentariedad.

¿Quién fue más
generoso?
¿Quién así,
más cruel?

Amor por
tragedia.

El fantasma
se libera.

jueves, 20 de agosto de 2009

Augurio y Esperanza

Piloto en su navío, ve una gaviota.
En medio del mar,
perdido entre aguas misteriosas,
en la mar infinita,
piloto ve el augurio de una gaviota.

- ¡La tierra por fin se acerca!

Piloto alegra por el augurio,
piloto, sin quererlo,
hace del augurio su esperanza.

Pero aún no vio la tierra,
ni sabe si ésta es su tierra,
ni mucho menos
si es la tierra prometida.

Quizá ni una isla sea,
sino sólo un archipiélago,
pero aún así,
pisaría por fin
otra vez la tierra.

No es ya el horizonte
el que ilusiona,
el horizonte aún
es la línea infinita
entre el cielo y el mar.

Es la vida del ave,
que revolotea cerca,
la que señala el indicio,
la posibilidad.

Entonces,
sin saber nada
de lo que vendrá,
sin saber si lo que vendrá
pueda cambiar algo
este destino a errar,
sin saber si no lo querrá,
piloto deberá continuar
remando, incansablemente,
aunque quede agotado,
hasta que encuentre
una tierra donde poder
descansar como mamífero
terrestre, otra vez; o bien,
dedicarse a morir
bajo el imperio del sol
en la soledad de la mar,
cuando ya no pueda estar cansado,
porque el fin llegó.

lunes, 10 de agosto de 2009

Confusión

Por un breve
lapso de tiempo,
la ilusión retornó
trayéndome
mi viejo rostro,
por un fragmento
de mi presencia,
la ausencia
me trajo la promesa
de lo que no volverá.

¿A quién se dirigen
esas letras que
están ahí?,

¿a quien se las apropia
o a quien le cabe mejor?

La sola posibilidad
me enferma.
Continúa
privándome de mí,
de darle ficción
a este "yo"
que debo fingir.

Difícil resistencia
cuando
el mismo fantasma
es quien se resiste
de ser alejado.

domingo, 9 de agosto de 2009

en esta hora

la brevedad de un día
y sin embargo,
qué tedio.

el momento,
siempre escapando
a mañana
y la eternidad,
que se torna
perspectiva ciega
al devenir
como a lo que vendrá,
han hecho el estar aquí,
un estar ajeno.

´´´´

-¿quién "soy"
con éste,
(a) quién comparto?

-¡pero claro!,
¡pobre hombre!,
¡si es que ud. anda
perdido!

-ud. con eso,
no dice nada
sobre mí.

-por eso mismo
hombre,
es que ud. está
perdido.

´´´´

Resulta frío
y blanco
el laberinto
del tiempo.

Su presencia,
insondable
bajo la
indeterminada
compañía,
desiste cansando.

Con lo que siempre,
aún extrañados
de nosotros mismos,
estamos agobiantemente
acompañados,
aunque la compañía
sea ausente.

viernes, 31 de julio de 2009

jueves, 30 de julio de 2009

Antihoróscopo

Capriconio

Las personas más influyentes en su vida son dos. Una de ellas influye sobre usted de manera positiva, y la otra negativamente. Estudie su situación detenidamente y defina cuál de las dos debe orientar principalmente su atención. La respuesta obvia quizá lleve a situarse junto a la persona positiva, pero usted no debe contentarse con una decisión superficial. Tal vez, si reflexiona lo suficiente, termine usted por vincularse de modo firme y definitivo con quien hará de su vida un infierno.

Leo Maslíah, Horoscopos y otras sentencias.

martes, 28 de julio de 2009

La muerte y yo (no es el tema del Indio)

En menos de una semana, la oz de la parca cosechó tres muertes en tres personas ubicadas geográficamente próximas a mi hogar. Eran vecinos, tan presentes como indiferentes, como árboles que una vez desmantelados de su sitio, se advierte una extrañeza en el paisaje y no se sabe cuál. Pero con este día de invierno, en el que el sol apenas se lo distingue como una borra blanca en medio del cielo ahogado de nubes grises, a mí -aunque así no lo quiera- me resultó ajeno. Lo ocurrido me afecta tanto como un noticiero: a nadie le conmueve ver en la pantalla cadáveres, sangre, discursos llenos de pánico y rebozantes de paranoia, en fin, cualquier alusión a una muerte diaria por día, ya violenta o serena. Estamos desbordados de muertes ajenas, que al concebir la muerte, ya casi se trata de una película de tiros; la muerte no es más que una excusa.
Hoy, casualmente, me desperté unas horas antes de lo debido, y miré unos capítulos de la primera temporada de The Sopranos, en especial, el número 12, en el que Tony Soprano delira con personas que no existen (una italiana ideal como encantadora), y con su mujer, regañándole por estar abandonado en la cama como un vago adolescente, temoroso ante el porvenir. Ahí, donde la fiaca vuelve costoso el levantarse, alzó su cuerpo y se dirigió a la calle, donde caminaba ido de sí, cuando apenas reproducía unos movimientos para comprar un diario y un jugo, dos negros aparecen y forcejean con él, haciéndole expreso que su muerte estaba sentenciada. Sin ganas de vivir, y no obstante, dando todo su esfuerzo por sobrevivir, su cuerpo luchaba con toda fuerza, no dejando un milimetro más de posibilidad al destino que lleva bajo tierra. En la camilla, en el hospital, era encantador verlo recuperar el ánimo. Aunque probablemente se trata de un alivio circunstancial, que con unas cuantas semanas de erosión, se hace a un lado y el desánimo retorna. Nada cambia si aquello que debe ser modificado, sigue igual. Pero nunca se sabe muy bien qué es lo que se debe cambiar. La muerte, sigue siendo un ultimátum.

Y todas las que acaecen, siguen siendo sólo noticias ajenas.

sábado, 25 de julio de 2009

Egberto Gismonti

Dança dos Escravos





Fukuoka, 1991

jueves, 23 de julio de 2009

Axolotl

miércoles, 22 de julio de 2009

El tímido



Proyecto Sanluca

lunes, 20 de julio de 2009

Al momento

no es estar solo,
es estar con alguien;
no con alguna [persona] cualquiera,
tampoco con alguien personal.
una que guste de que los ojos
no instiguen el encuentro
que siempre tienta a surgir.

quien mira
inocente.
y se sonríe.

sábado, 18 de julio de 2009

Intermedio

Ponele punto y aparte (para que no retorne).
Esa es la mejor ley de la escritura, la más falsable, la más alentadora.
Escribo para recordármelo, "ponele punto y aparte", así cuando llegue, me olvido.

El silencio no rebalza la calma, y yo sonrío.

sábado, 11 de julio de 2009

¿Qué significan los ideales ascéticos?

7

Guardémonos de poner en seguida rostros lúgubres al oír la palabra «tortura»: precisamente en este caso es bastante lo que hay que descontar, lo que hay que restar, .. queda incluso algo de qué reír. Ante todo no infravaloremos la circunstancia de que Schopenhauer, que de hecho trata como a un enemigo personal a la sexualidad (incluido su instrumento, la mujer, ese instrumentum diaboli [instrumento del diablo] ), necesitaba enemigos para conservar su buen humor; de que le gustaban las palabras furibundas, biliosas, verdinegras; de que se encolerizaba por el gusto de encolerizarse, por pasión; de que habría enfermado, se habría vuelto pesimista (–– pues no lo era, aunque lo deseaba mucho), sin sus enemigos, sin Hegel, la mujer, la sensualidad, y toda la voluntad de existir, de quedarse. De lo contrario, Schopenhauer no se hubiera quedado, sobre esto se puede apostar, habría escapado: pero sus enemigos le tenían sujeto, sus enemigos le seducían una y otra vez a existir, su cólera era para él, al igual que para los cínicos de la Antigüedad, su bálsamo, su alivio, su recompensa, su remedium contra la náusea, su felicidad.


F. Nietzsche, La genealogía de la moral

viernes, 10 de julio de 2009

Los ojos del poder

domingo, 5 de julio de 2009

Extirpación Nro 12

¡Tened coraje de oler vuestras propias miserias!
Con tal que éstas no por perfumadas, os justifiquen un porvenir miserable.

¡Tened orgullo de contemplar sin miramientos, el hundimiento mismo debajo de vuestros pies!
Sin que luego podáis asumir una inercia que, sin gravedad, os permita una eternidad que no os realiza.

¡Tened abundancia de derrochar sollozos cuando se acaba la mamadera, y la patria de la infancia hace tiempo que os quede lejos!
No sea que estéis llorones y os maquilléis las mejillas con pomposa elegancia, o bien, os refugiéis en la circunstancia de estar justificado por pelar una cebolla.

¡Tened valentía de reír sin que eso os impida unas cuantas lágrimas!
Sabiendo que vuestro mundo reúne un sinfín de hipócritas impotentes ante el sentido originario de la ambivalencia afectiva, del que no estáis excluídos.

¡Tened burla de odiar a quien no se odia!
Acaso con el fin, llegue el día en que vuestro enemigo sea vuestro mejor amado.

¡Tened locura de amar a quien no os pidió ser amado!

O que vuestra individualidad acobardada se quede con unos pobres fuegos fatuos que no os alimenta la vida y sólo os la consumen por el ciego hábito, vuestro y ajeno.


¡Tened orgullo de morir viviendo!

Que vuestra vida no se realice en una lista de tareas de vuestro prójimo invisible.

¡Tened alegría de vivir muriendo!
Que vuestra muerte no se lleve la porción más miserable de vuestra vida.

viernes, 3 de julio de 2009

El último respiro del salmón

Para qué se le ocurre a ese animal volver al punto de origen, es una pregunta torpe que se puede hacer cualquier humano insensible en su ociosa vida de placeres. Para qué dejarse morir en una cama de hospital como si se tratara de una siesta más, podría replicar el salmón, en su privación de habla y de pulmones, al torpe individuo que sólo habla para creer que con hacer nada, hace algo al hablar. También podría ser en favor del salmón, espiar un poquito a ese hombrecillo, y descubriremos seguramente que vive como si se tratara de esa cama en la que morirá, andando por andar, creyendo que entreteniéndose, por estar con las comisuras de los labios ascendentes, ha conquistado la felicidad. Pero apenas se tratará de consuelos, puras migajas, y la fuerza de esa mentira será tan grande como su ingenuidad.
El salmón en cambio, reconoce su edipo, el salmón asume su destino en su tragedia, porque somos nosotros, quienes hablamos, los que decimos que el salmón retorna al origen. Él simplemente marcha, contra el curso del río, hacia algún sitio. Pero a todos nos asusta un movimiento que parece atentar contra el inicio de una historia.
No, queridos humanos, no es un segundo comienzo, no se trata de una repetición de la vida, tampoco se trata de morir en el origen, como algunos creen. De lo que se trata es de encontrar un paraje tan distinto, tan diferente y extraño, como familiar nos pueda resultar.

Por eso el hombre se consuela con las millas, con un pasaporte, con un vuelo. Pero la figura romántica del viajero, se olvidan estos inocentes, ha quedado catapultada en el siglo xix. Es verdad, tampoco hay droga o anestesia alguna que concilie la extravagancia de la vivencia con la rutina, eso también es mediocre.

La vida honesta es aquella que viaja sin un artificio como medio.
Yo mismo aquí, soy un piloto en su navio.
La vida honesta es un destino que nos queda lejos.

viernes, 26 de junio de 2009

El cuerpo [como ser sexuado]

Más: incluso apartado del circuito de la existencia, el cuerpo no cae del todo en sí mismo. Incluso si me absorvo en la vivencia de mi cuerpo y en la soledad de las sensaciones, no consigo suprimir toda referencia de mi vida a un mundo; a cada instante brota alguna intención de nuevo en mí, aun cuando sólo sea hacia los objetos que me rodean y caen bajo mis ojos, o hacia los instantes que van llegando y empujan hacia el pasado cuando acabo de vivir. Jamás me convierto completamente en una cosa dentro del mundo, siempre me falta la plenitud de existencia como cosa, mi propia sustancia huye de mí por el interior, y siempre se esboza alguna intención. En cuanto es portadora de «órganos de los sentidos», la existencia corpórea no se apoya jamás en sí misma, siempre está trabajada en un no-ser activo, continuamente me hace la proposición de vivir, y el tiempo natural, en cada instante que llega, dibuja sin cesar la forma vacía del verdadero acontecimiento. Esta proposición se queda, sin duda, sin su respuesta. El instante del tiempo natural no establece nada, hay que volverlo a empezar en seguida y, en efecto, vuelve a empezar en otro instante, las funciones sensoriales solas no me hacen ser-del-mundo: cuando me absorbo en mi cuerpo, mis ojos no me dan más que la envoltura sensible de las cosas y las de los demás hombres, las cosas mismas están afectadas de irrealidad, los comportamientos se descomponen en el absurdo, el mismo presente, como eternidad. La existencia corpórea, que pasa a través de mí sin mi complicidad, no es más que el bosquejo de una verdadera presencia en el mundo.

Maurice Merleau-Ponty, Fenomenología de la percepción

lunes, 15 de junio de 2009

Capricho Nro 6


Francisco de Goya, 1799.

viernes, 12 de junio de 2009

Extirpación Nro 11

El infinito no tiene número, pero se convino que recostando un ocho es una figura recomendable. El ocho es un número par, que inicialmente se reduce a dos elementos multiplicados por cuatro, algo así como dos veces para cada uno de los dos elementos. La cuenta responde a dos oportunidades para dos individuos que alguna vez se encontraron, y este acontecimiento es una manera del infinito, pero, casi pensando en almas, en esto ya se trata de la eternidad. Yo no sé si ya perdí todas las posibilidades de mis dos oportunidades. Pero hoy, que yo puedo hablar, no hablaré de mí, aprovecharé este breve lapso en que yo hablo porque sólo en este breve lapso de tiempo puedo patalear, regañar, refunfuñar, con tal que aquí nadie hay que pueda fastidiarse por ello, hablaré, con tal de vivir este pequeño respiro de libertad que inmediato comienza su ida.

Tengo que hablarte a vos, y te hablo aquí aunque nunca me respondas, porque me tienes cansado y agobiado con tu juego, con esa inocencia mal parada, mal creída y mal diseñada, tan enferma y dispar, tan ronca e ingenua, que crees que por verme como postal, piensas por eso que no significo; pero ya ves, si no signfico no es porque ya no..., sino porque vos misma volas contra el vidrio y te golpeas adrede contra el muro invisible, sos la mosca más voluntariosa contra la traslúcida realidad. Estoy comenzando a odiarte sin odio, a tener violencia contra vos sin que seas una carne, o mejor (para que entiendas y no digas que me guardo críptico en formol) sin que esa violencia fantasmal que encarno para mí y para ti pueda transformarse en amor, sin que esa autoposesión que estando aislada de su otro aquí, sólo es cáncer, sin poder ser allí una posesión de los cuerpos y el aura que a nosotros mismos nos infundimos, porque, sabes bien, no hay amor que no nazca de la pasión... y la pasión es ambigua, oscura e incierta.
Y eres triste, tanto que crees que por verme a mí honesto en mi dolor y mi condena, crees estar más fuerte. No pienso, creo soberanamente que piensas en mí, que me necesitas a mí, que en mi inexistencia peso con mi aliento.
Pero no quieres ya amar, no quieres amarme, quieres creer jugar a otro amor, a otra naturaleza, en otro perfume, y yo soy muy torpe aún para tener un pájaro en mano a cien volando, aunque debes saber que el cáncer ocupa tantos lugares con el dolor, que uno se olvida de la belleza de este mundo.
No diré de mí acá, aunque por hablarte justo a vos, ya rompí con esa promesa, pero no diré más de mí sencillamente porque acá estoy yo, hablandote a vos, para llegar a vos; estoy acá por dirigirme a vos, sabiendo que es en vano, que es para nada, porque sé que no me atenderás, que te burlarás, que refunfuñarás, pero es bueno en todo esto saber que, después de tantos años, si hoy Conficio escribiera su Gurges, ya no angustiaría por el anonimato de su lector, yo sé como nadie podría saber, que Conficio le estaría escribiendo a alguien (lo que no es poco).

lunes, 1 de junio de 2009

Etica, III, PII, Esc.

Si los hombres no tuviesen experiencia de que hacemos muchas cosas de las que después nos arrepentimos, y de que a menudo, cuando hay en nosotros conflicto entre afectos contrarios, reconocemos lo que es mejor y hacemos lo que es peor, nada impediría que creyesen que lo hacemos todo libremente. Así, el niño cree que apetece libremente la leche, el muchacho irritado, que quiere libremente la venganza, y el tímido, la fuga. También el ebrio cree decir por libre decisión de su alma lo que, ya sobrio, quisiera haber callado, y asimismo el que delira, la charlatana, el niño, y otros muchos de esta laya creen hablar por libre decisión del alma, siendo así que no pueden reprimir el impulso que les hace hablar. De modo que la experiencia misma, no menos claramente que la razón, enseña que los hombres creen ser libres solo a causa de que son conscientes de sus acciones, e ignorantes de las causas que las determinan, y, además, porque las decisiones del alma no son otra cosa que los apetitos mismos, y varían según la diversa disposición del cuerpo, pues cada cual se comporta según su afecto, y quienes padecen conflicto entre afectos contrarios no saben lo que quieren, y quienes carecen de afecto son impulsados acá y allá por cosas sin importancia.

Baruj Spinoza

domingo, 31 de mayo de 2009

De la tranquilidad de ánimo


Toma tú la parte que quisieres del remedio público, y ante todas cosas has de poner delante todo el vicio, para que cada uno conozca lo que de él le toca; y con esto verás cuánto menos embarazo tienes con el fastidio de ti mismo, que el que tienen aquéllos que, atados a ocupaciones honrosas y trabajando bajo el yugo de magníficos títulos, los detiene en su simulación más la vergüenza que la voluntad. En un mismo paraje están los molestados de liviandad, como los fatigados del fastidio y los que viven en continua mudanza de intentos, agradándoles más los que dejaron, como los que hechos holgazanes están voceando todo el día. Añade a éstos los que, imitando a los que tienen dificultoso sueño, andan mudándose de un lado a otro, hasta que el cansancio les acarrea la quietud, formando de tal modo el estado de su vida, que paran últimamente, no en el que les puso el aborrecimiento de mudanzas, sino en el que les acarreó la vejez, inhábil para nuevas empresas. Añade también los que no desisten de ser livianos por dejar de ser inconstantes, sino que por ser perezosos viven no como desean sino como comenzaron. Innumerables son las calidades de las culpas; y uno solo es el efecto del vicio, que es el de descontentarse de sí mismo. Y esto nace de la destemplanza de ánimo, y de los cobardes o poco prósperos deseos, que no se atreven a tanto como apetecen, o no lo consiguen; y adelantándose en esperanzas, están siempre instables: accidente forzoso a los que viven pendientes del querer ajeno.

Séneca