domingo, 31 de mayo de 2009

De la tranquilidad de ánimo


Toma tú la parte que quisieres del remedio público, y ante todas cosas has de poner delante todo el vicio, para que cada uno conozca lo que de él le toca; y con esto verás cuánto menos embarazo tienes con el fastidio de ti mismo, que el que tienen aquéllos que, atados a ocupaciones honrosas y trabajando bajo el yugo de magníficos títulos, los detiene en su simulación más la vergüenza que la voluntad. En un mismo paraje están los molestados de liviandad, como los fatigados del fastidio y los que viven en continua mudanza de intentos, agradándoles más los que dejaron, como los que hechos holgazanes están voceando todo el día. Añade a éstos los que, imitando a los que tienen dificultoso sueño, andan mudándose de un lado a otro, hasta que el cansancio les acarrea la quietud, formando de tal modo el estado de su vida, que paran últimamente, no en el que les puso el aborrecimiento de mudanzas, sino en el que les acarreó la vejez, inhábil para nuevas empresas. Añade también los que no desisten de ser livianos por dejar de ser inconstantes, sino que por ser perezosos viven no como desean sino como comenzaron. Innumerables son las calidades de las culpas; y uno solo es el efecto del vicio, que es el de descontentarse de sí mismo. Y esto nace de la destemplanza de ánimo, y de los cobardes o poco prósperos deseos, que no se atreven a tanto como apetecen, o no lo consiguen; y adelantándose en esperanzas, están siempre instables: accidente forzoso a los que viven pendientes del querer ajeno.

Séneca

sábado, 30 de mayo de 2009

Extirpación Nro 10

La individualidad ha muerto,
la autenticidad ha renunciado a su significado.

Susana Campos

Lo que podría parecer una tendencia obsesivo-ezquizofrénica de hundimiento, se confirma como la caída del sol en su crepúsculo. Algunos búhos mueren en la noche, nunca llegaron a ver la nueva luz de un día naciente, y así su noche se vuelve inmortal.
Yo, de mí, estoy cada vez más lejos. Mi ser fantasmal mira estas (mis) manos, siente este (mi) cabello al acariciarlo con una de ellas, y todo este (mi) cuerpo, tan vivo y rozagante, son una queja que no tiene aparente coherencia. El cuerpo se sorprende consigo, se ve tan sano, tan jovial. Pero olvida que la enfermedad del espíritu lo tiene carcomido desde el fondo de sus raíces: desde la punta de sus pies le fue tomando la fuerza del tumor, un cancer que contamina todo con su mancha fría ante la sangre.

El cuerpo, pobre de él, se apena de anhelar vivir, y tener de compañero a un espíritu así de avejentado, tan maldito y avinagrado.
Anhela un amor, porque anhela amar; anhela amar, porque ante la posibilidad de amar, amando, aún vive.

Pero está muriendo porque ya ha muerto;
apenas le queda terminar de enterarse de la novedad.

martes, 19 de mayo de 2009

IX


Mi ala está pronta al vuelo.
Retornar, lo haría con gusto,

pues, aun fuera yo tiempo vivo,

mi suerte sería escasa.


Gerhard Scholem, Saludo del Angelus.


Hay un cuadro de Klee que se titula Angelus Novus. Se ve en él un ángel, al parecer en el momento de alejarse de algo sobre lo cual clava la mirada. Tiene los ojos desorbitados, la boca abierta y las alas tendidas. El ángel de la historia debe tener ese aspecto. Su rostro está vuelto hacia el pasado. En lo que para nosotros aparece como una cadena de acontecimientos, él ve una catastrofe única, que arroja a sus pies ruina sobre ruina, amontonándolas sin cesar. El ángel quisiera detenerse, despertar a los muertos y recomponer lo destruido. Pero un huracán sopla desde el paraíso y se arremolina en sus alas, y es tan fuerte que el ángel ya no puede plegarlas. Este huracán lo arrastra irresistiblemente hacia el futuro, al cual vuelve las espaldas, mientras el cúmulo de ruinas crece ante él hasta el cielo. Este huracán es lo que nosotros llamamos progreso.

Walter Benjamin, Tesis sobre el concepto de Historia

jueves, 14 de mayo de 2009

Extirpación Nro 9

Al percibir tus temores, comprendí lo suficiente como para conocerte bajo cierto grado de angustia, no lo necesario para advertir cuanto misterio guardarías hacia mañana, más lo justo como para entrar y vivir en el asidero de tu infierno.
Sin saberlo vos, ni tampoco yo, tu angustia y tu infierno, luego del exorcismo que fue nuestro encuentro, nos desmantelaron las telas, los ropajes, y tu aura se fundió en mi cielo, y tu angustia e infierno, se grabaron en mi piel, como la cicatriz de mis ojos, que no aguardan al desprevenido, la alegría que sangra en la tragedia.
Derramando inercia, ahora digiero lo imposible.
Temo al próximo ángel, como al venidero demonio que aguarda en vigilia, tras esa cortina.

No vendrás.
No volveré.
Me quedaré, me perderé una vez más, en la iteración del desierto.
Así y todo, no vendrás (es posible que cuando creas llegar, no volverás: ocurre, con el desierto, que hace imposible los encuentros).

El silencio, otra vez será la boca lejana de todos los lobos que habitan con la noche.
La que siempre cae, la que encuentra a todos otra vez, con sus ojos bien cerrados.

Y aunque el augurio sea el que había de llegar, no;
no volveré.

miércoles, 13 de mayo de 2009

Porco Rex


Ramas desnudas

Mientras miro el mal tiempo
que muestra el ventanal
caen las ramas desnudas que,
no tiemblan como vos

No fue bueno verte de nuevo
no debió haber pasado nunca
lo que mejor te sale es provocar

Fueron un par de días
volvimos a fingir
que estabamos felices de....
desearnos otra vez

Vos siempre estas enamorada
de lo que intentas destruir
dejas la luz prendida para dormir

No veo muy gracioso
ir perdiendo el humor
es un don doloroso amor
tu sonrisa esta vez

Pelusa muerta en los bolsillos
y 35 mangos sucios
de miedo y de auto encierro loco....

Ho, no...
Ho, no...

***

Y mientras el sol se muere

Todavía no usé mi milagro de hoy (que corta es la vida,mi amor!)
No voy a buscar más consuelos tontos
si pasa algo malo esta vez.
Te voy a buscar
en la oscuridad

Yo no sé si pueda volver a encontrarte, amor
si Dios no me quiere en tu eternidad
Sueño con que duermo, no lleno mi tumba aún
y un poquito tarde esta vez se va a
hacer...

Y mientras tanto el sol se muere
y no parece importarnos...
Mientras te quiero el sol se
apaga
y si Dios queda en nada o no existe amaré mucho más.
Te voy a encontrar
en la oscuridad
Algún día, pronto, una de mis vidas
va a intentar matarme y lo va a lograr
Cómo será andar solito allá en la
muerte?
Ay! mi amor ya sin vos... sin tu sueño...

Yo no sabría echarte de menos
(soy un ladrón que robó dolor)
y si te pierdo camino a casa
ya te dije esto antes... linda mía
te voy a encontrar
te voy a buscar
y te voy a encontrar...


Indio Solari, Porco Rex

domingo, 10 de mayo de 2009

Extirpación Nro 8

Sale otro fantasma y vuelve a entrar.
Vicentico.


Nunca hay muchas palabras, aunque paradójicamente abunden. Lo mismo pasa con los fantasmas; entran y salen, entre abundantes y estrepitosos, aunque sean tan singulares.

Pero la realidad se pierde, se engaña a sí misma, cuando el fantasma que surge al encuentro se olvida de sí: se sabe presente y por eso se cree carnal. Se olvida de su condición errante, de su mirada de viento, de que su cuerpo no tiene que ver con lo que llama su deseo, que no es más que un capricho (el deseo del cuerpo, es otra cosa; no será nunca un capricho, el deseo del cuerpo es una necesidad). Se afana en su estadía por su presencia fugaz, augurando un futuro, pues no quiere volver a vivir la misma fugacidad, quiere prolongar su presencia, es así que empieza por asentar una mirada hacia atrás como si hubiera algo sedimentado, por su naturaleza, una huella de sí: el fantasma se olvida de su carencia de lugar, asimila su inexistencia existente a la presencia de una ausencia, que es de un otro infinitamente irredutible, ajeno lleno de misterio.

El fantasma que se advierte de este modo, se figura individuo olvidando ser puro dividuum, se figura en el hábito cotidiano de su cuerpo, y termina engañando al cuerpo que en verdad, es él mismo: hace una epifanía de su rostro y la exige a los fantasmas desesperados de permanencia, instigándolos a esa misma férrea disposición.

El fantasma no quiere partir, no quiere "morir".
Cree que lo que lo compone, es pasado, y el pasado le alivia de lo que es demasiado tarde: la mentira le abre el cielo de las promesas, y construye futuro como si nada, a partir de un presente como si nada.

Se supera y supera, se vuelve un gran mujer, una gran hombre, se asimila de manera tal a la carne que viste su desnudez, que se olvida de la libertad de la carne: del único deseo verdadero que es el de esa carne. La que nunca se logrará traducir sin traicionar.

El fantasma,
transformado en sujeto,
confunde su deseo real
con su capricho intencional.
Su vida,
un bellísimo trazo
de inocente hipocresía,
dura lo que su aflicción,
por una crisis
sin fondo,
interminable.

Por eso un cuerpo es el que aquí escribe, porque yo soy el fantasma que se pierde ante ese cuerpo; por eso es mi cuerpo el que está débil, porque yo soy su parásito contaminante.

Los sujetos, escépticos a lo fantasmagórico, aspiran a un sueño, tan real como la carne que impostan, pero tan inerte como una diversidad de representaciones, como los puros colores de la imaginación, sin un cuerpo que los ofrezca: se trata de una fantástica alegoría de hologramas.
Los sujetos olvidados de su ser fantasma, se quedan sin vivir, a pesar de tanta vida desperdigada en la construcción del presente hacia el futuro, que se guía, sin quererlo!, hacia un puro pasado eternamente presente, en que se reza a los muertos.

***

El fantasma vive de la vida que no tiene,
no tendrá y que es
eternamente hoy;
El sujeto vive de la muerte que no tuvo
para tener eternamente una tumba
a la que escupe y tira flores
acorde a la infinita memoria.

La memoria, que no es de nadie,
una huella de alguien al que aún no le descubrimos su quién.

lunes, 4 de mayo de 2009

Extirpación Nro 7

Pronto llegará mañana.
Será como este instante, ahora, hoy mismo.
No sentiré nada cuando sea mañana,
no habrá algo que lo distinga de hoy,
(de este hoy)
del hoy que vendrá.

Y vendrá.

Mañana,
está llegando.

viernes, 1 de mayo de 2009

El paso (no) más allá

Escribir como cuestión de escribir, cuestión que sustenta la escritura que sustenta la cuestión, no te permite ya aquella relación con el ser —entendido, en primer lugar, como tradición, orden, certeza, verdad, toda forma de arraigo— que recibiste un día del pasado del mundo, ámbito que estabas llamado a regir a fin de fortalecer tu «Yo», aunque éste estaba como fisurado, desde el día en que el cielo se abrió a su vacío.
En vano trataré de representarme a aquel que yo no era y que, sin quererlo, empezaba a escribir, escribiendo (y entonces a sabiendas) de tal modo que el puro producto de no hacer nada se introducía en el mundo y en su mundo. Esto ocurría «por la noche». De día, estaban los actos del día, las frases cotidianas, la escritura cotidiana, algunas afirmaciones, valores, costumbres, nada de importancia y, no obstante, algo que era preciso confusamente denominar la vida. La certeza de que al escribir ponía precisamente entre paréntesis dicha certeza, incluso la certeza de sí mismo como sujeto de escribir, le condujo lenta pero inmediatamente a un espacio vacío cuyo vacío (el cero tachado, heráldico) no impedía en absoluto las vueltas y las revueltas de un recorrido muy largo.

Maurice Blanchot, El paso (no) más allá.