domingo, 27 de marzo de 2011

¿Por qué soy tan sabio?

¿Y en qué se reconoce en el fondo la buena constitución? En que un hombre bien constituido beneficia a nuestros sentidos, en que está tallado de una madera que es, a la vez, dura, suave y olorosa. A él le gusta sólo lo que le es saludable; su agrado, su placer cesan cuando se ha rebasado la medida de lo saludable.
Adivina remedios curativos contra los daños, saca ventaja de sus contrariedades; lo que no le mata le hace más fuerte. Instintivamente forma su síntesis con todo lo que ve, oye, vive: es un principio de selección, deja caer al suelo muchas cosas. Se encuentra siempre en su compañía, se relacione con libros, con hombres o con paisajes, él honra al elegir, al admitir, al confiar.
Reacciona con lentitud a toda especie de estímulos, con aquella lentitud que una larga cautela y un orgullo querido le han inculcado, examina el estímulo que se acerca, está lejos de salir a su encuentro.
No cree ni en la desgracia ni en la culpa, liquida los asuntos pendientes consigo mismo, con los demás, sabe olvidar, - es bastante fuerte para que todo tenga que ocurrir de la mejor manera para él.

F. Nietzsche, Ecce Homo.

jueves, 24 de marzo de 2011

Exordio

Si me dispongo a hablar extensamente de fantasmas, de herencia y de generaciones, de generaciones de fantasmas, es decir, de ciertos otros que no están presentes, ni presentemente vivos, ni entre nosotros ni en nosotros ni fuera de nosotros, es en nombre de la justicia. De la justicia ahí donde la justicia aún no está, aún no ahí, ahí donde ya no está, entendamos ahí donde ya no está presente y ahí donde nunca será, como tampoco lo será la ley, reductible al derecho. Hay que hablar del fantasma, incluso al fantasma y con él, desde el momento en que ninguna ética, ninguna política, revolucionaria o no, parece posible, ni pensable, ni justa, si no reconoce como su principio el respeto por esos otros que no son ya o por esos otros que no están todavía ahí, presentemente vivos, tanto si han muerto ya, como si todavía no han nacido. Ninguna justicia -no digamos ya ninguna ley, y esta vez tampoco hablamos aquí del derecho -parece posible o pensable sin un principio de responsabilidad, más allá de todo presente vivo, en aquello que desquicia el presente vivo, ante los fantasmas de los que aún no han nacido o de los que han muerto ya, víctimas o no de guerras, de violencias políticas o de otras violencias, de exterminaciones nacionalistas, racistas, colonialistas, sexistas o de otro tipo; de las opresiones del imperialismo capitalista o de cualquier forma de totalitarismo. Sin esta no contemporaneidad a sí del presente vivo, sin aquello que secretamente lo desajusta, sin esa responsabilidad ni ese respeto por la justicia para aquellos que no están ahí, aquellos que no están ya o no están todavía presentes y vivos, ¿qué sentido tendría plantear la pregunta «¿dónde?», «¿dónde mañana?» (whither?).

Jaques Derrida, Espectros de Marx.

miércoles, 23 de marzo de 2011

Lingüistica y Gramatología

No se trata de una simple analogía: la escritura, la letra, la inscripción sensible, siempre fueron consideradas por la tradición occidental como el cuerpo y la materia exteriores al espíritu, al aliento, al verbo y al logos. Y el problema del alma y del cuerpo es, sin duda, derivado del problema de la escritura, al cual parece -inversamente- prestarle sus metáforas.

La escritura, materia sensible y exterioridad artificial: un “vestido”. Muchas veces se ha negado que el habla fuera un vestido para el pensamiento. Husserl, Saussure, Lavelle, no dejaron de hacerlo. Pero ¿se dudó alguna vez que la escritura fuera un vestido del habla? Para Saussure inclusive es un vestido de perversión, de extravío, un hábito de corrupción y de disimulación, una máscara a la que es necesario exorcizar, vale decir conjurar mediante la buena palabra: “...la escritura vela y empaña la vida de la lengua: no es un vestido sino un disfraz” (p. 79). Extraña “imagen”. Se sospecha ya que si la escritura es “imagen” y “figuración” exterior, esta “representación” no es inocente. El afuera mantiene con el adentro una relación que, como siempre, no es de mera exterioridad. El sentido del afuera siempre estuvo en el adentro, prisionero fuera del afuera, y recíprocamente.

Por lo tanto una ciencia del lenguaje tendría que volver a encontrar relaciones naturales, lo que quiere decir simples y originales entre el habla y la escritura, es decir, entre un adentro y un afuera.

Jaques Derrida, 1967.

sábado, 19 de marzo de 2011

Toda la mañana



Pez, Hoy, 2006.

lunes, 14 de marzo de 2011

Otra vez el mar




Edgardo Cardozo y Juan Quintero.

sábado, 12 de marzo de 2011

Acertijo N° 2 (Philip Glass):

"...Aún siendo ya un músico reconocido, Philip Glass tuvo que trabajar como taxista de Nueva York hasta sus 41 años para poder sostenerse económicamente..." Rodrigo Vallejo (Colombia)

"...Glass consideraba que ganarse la vida como taxista fue fundamental para su carrera: “Significaba que yo no tenía que trabajar ni en el campo académico ni como músico comercial”…”Yo quería arreglármelas por las mías, sin tener que responder a un empleador, simplemente ganar algún dinero y componer en forma independiente todo el tiempo posible” ... “A nadie le importaba lo que yo hacía, nadie me invitaba a ningún evento. Tenía una libertad tremenda... La vida era más fácil y más barata en ese momento, antes de caer en el consumo y los excesos de hoy en día… No me tenía que preocupar por críticas ni comisiones, y no le debía nada a nadie...”* De esa manera compuso, entre otras obras, su “Música en 12 partes”, y “Einstein en la playa”..." Daniel y Juan Luis Faure "Los UsuPacha" (Argentina)

* Fuente: San Francisco Examiner, nota publicada el 14/02/2009, traducción de JLB.

martes, 1 de marzo de 2011

La cosa está en...




Silvio Rodriguez, Descartes.