martes, 30 de agosto de 2011

Mi memoria (nadando en el sueño)



Lucio Mantel,
Miniatura, 2010.

jueves, 25 de agosto de 2011

objetivación

sonrío, interpelo a extraños,
practico juegos milenarios,
sueño despierto gracias
a la sonoridad del espacio,
viajo mirando gestualidades,
camino mirando el suelo o el cielo,
admiro a quien investiga,
lee, interpreta y expresa;
frente al color blanco,
atravieso distancias.

en el medio, soy
esperanzado como incrédulo.
siempre primero, fui feliz.
segundo, fui engañado.

mis amigos viven en la infancia,
mis amores en países lejanos,
en "mi" tierra nada poseo
salvo hermanos perdidos
y miradas perplejas.

Soy feliz y triste,
porque la vida es dulce,
juego, trabajo y espero;
aún no sé la necesidad
mayor, pero me urge
el misterio del cielo.

miércoles, 24 de agosto de 2011

martes, 23 de agosto de 2011

Necesidad

No sé qué
escribir,
no sé cómo.

Serían
excusas,
me sentiría
estúpido.

"Solamente
quiero
encontrarte."

Contigo
descubro
un dulce
egoísmo
que no
sabía vivo:

retenerte
aunque
ni sea bajo
mirada,
con tal
de que me
abrigues
aún sin
abrigo.

Sueño
con tu
mirada;
la siento
próxima;
y sé que
en este
momento,
te estoy
respirando.

No me creo
suficientemente
arrogante
para adueñarme
tus letras.

Entonces,
soporta la
insoportable
ansiedad que
flaquea a mi
voluntad,
mi espera
a tu voluntad.

La escafandra y la mariposa





Julián Schnabel, 2007

Pido repetir

Hablar, escribir, repetir:
reproducir el gesto para que signifique otra relación, el juego descubierto abrirá la sorpresa de una novedad, bajo la misma marca.


...alma, alma, alma, alma, alma...

cada vez que la digo,
la repito;
cada vez que la digo,
algo distinto.


¿A qué me referí?,
¿a quiénes?



¡Repetir!
El gesto transforma.

Beim sei

Ya sé que estoy enloqueciendo.
Ya sé que falla en mí quien soy.
Sí, pero mientras no me rindo,
quiero saber por dónde voy.

Aunque vaya a rendirme
a lo que el Destino me hace ser,
quiero, un momento, aquí detenerme
y descansar conociendo.

Hay grandes lapsos de memoria
grandes paralelas perdidas,
y mucha leyenda y mucha historia,
y muchas vidas, muchas vidas.

Todo eso; ahora me pierdo
de mí y voy a extraviarme,
quiero llamarme a mí, y cerco
mi ser de todos los recuerdos.

Porque, si voy a ser loco, quiero
ser loco con moral y con juicio.
Voy a tañer la lira como Nerón.
Pero el incendio no es preciso.

Fernando Pessoa

domingo, 21 de agosto de 2011

Las encrucijadas del laberinto

Pensar no consiste en salir de la caverna, ni reemplazar la incertidumbre de las sombras por los contornos recortados de las cosas mismas, la claridad vacilante de una llama por la luz del verdadero sol. Consiste en entrar en el laberinto (...). Consiste en perderse en galerías que sólo existen en la medida en que cavamos incansablemente, en girar en círculos en el fondo de un callejón sin salida cuyo acceso se ha cerrado detrás de nuestros pasos, hasta que esta rotación abre, inexplicablemente, fisuras transitables en la pared.

Cornelius Castoriadis,
Las encrucijadas del laberinto, 1978

Dale Gracias



Spinetta Jade,
Alma de diamante, 1980

Mi Otro; mi complemento

Hubo quienes entendieron este espacio como un juego solitario, solipsista, autista; nada más alejado de la intención: este espacio es fruto de no haber encontrado espacio donde hubo su necesidad; encontrarme con el Otro.
Aquí vine, para no ser quien escribe sino quien lee, para que quien escriba sea otro de mí, mi Otro, y que "yo" sea quien lea, aunque en este caso, usted misma, persona allegada que abrió mi horizonte, que sorprendió mi necesidad de compañía, que me entiende tanto y tan bien, que ya no soy quien lee, que eres mi Otro, el que no soy, que me lee, me responde, me cuida y atiende.
Atónito, yo ya soy Otro por mi Otro, que eres tú, Otro: a ti, todas mis palabras, con tal que siembres un floral con ellas.
En silencio, en soledad, ya no me siento solo: estoy contigo.

viernes, 19 de agosto de 2011

Literalidad .



Ayer tenía cursada, pero la amenaza de bomba irrumpió. Advertí que tendría tiempo para ir a escuchar al dúo de maestros. Fui. Fui y esperaba encontrarte. Fui y miraba hacia todas las direcciones, todos los rostros, todos los cabellos, todas las miradas. No te vi. Pero en medio de todo ese espacio, estabas cerca mío.
Hoy habría querido ver a Luna y Juan contigo.
El rodeo que nos desencuentra aún juega de por medio.
Ya quiero anticiparme al rodeo.

House of cards



2007, In Rainbows,
Radiohead

miércoles, 17 de agosto de 2011

antes de dormir...

...tomo de tu cita:

"Es muy importante la observación, estar en estado de observación. Observar cómo se mueven otras personas, cómo bailan en los templos, observar el mar, los ríos, la naturaleza. Leer, mirar películas, y saber que todo lo que pasa alrededor de uno puede ser fuente de inspiración."

El movimiento
, Paula Picarel




lunes, 15 de agosto de 2011

Sunday



Nick Drake

domingo, 14 de agosto de 2011

Permiso

Déjeme ser
la huella
del rocío
del último
rastro
que deja
la noche
tras de
este día;
la ilusión
fomenta
la expectativa
que tu mirada
vaticina en toda
ausencia,
gran distancia,
mi sonrisa.

miércoles, 10 de agosto de 2011

Linterna Mágica I

A una personita que lleva la nariz cerca del suelo las alfombras le huelen mucho al alcanfor que absorben cuando están enrolladas durante el verano. Lalla encera los viejos pisos de parquet todos los viernes con cera y terpentina; es un olor adormecedor. Los nudosos y astillosos suelos de madera huelen a jabón. Los pisos de corcho se abrillantan con una mezcla maloliente de leche descremada y agua. Por lo general la gente anda por el mundo como una sinfonía de olores: polvos, perfumes, jabón de brea, orina, sexo, sudor, brillantina, suciedad y comida. Los hay que huelen simplemente a persona, algunos huelen de manera tranquilizadora, otros amenazadora. Emma, la gruesa tía de mi padre, lleva una peluca que fija en el pelado cuero cabelludo con un pegamento especial. Toda ella olía a pegamento. Abuela huele a «glicerina y agua de rosas», una especie de agua de colonia que se podía comprar sencillamente en la farmacia. Mi madre huele dulce como la vainilla; cuando se enfada se le humedece el vello del bigote y despide un olor a metal apenas perceptible. Mi favorita en materia de olores es una niñera jovencita llamada Märit, un poco coja, regordeta y pelirroja. No hay nada comparable a estar en su cama con la cabeza en su brazo y con la nariz aplastada contra su áspero camisón.
Un mundo perdido de luces, de aromas, de sonidos. Si estoy inmóvil y a punto de dormirme, puedo andar de habitación en habitación, ver todo los detalles, sé y siento. En la calma de la casa de mi abuela se abrieron mis sentidos y decidí conservar todo aquello para siempre. ¿Adónde va todo? ¿Ha heredado alguno de mis hijos mis sensaciones? ¿Pueden heredarse sensaciones, experiencias, conocimientos?
Los días, las semanas y los meses que pasaba en casa de mi abuela satisfacían probablemente la apremiante necesidad que he sentido toda mi vida de silencio, de regularidad, de orden. Jugaba solo y no echaba de menos la compañía. Abuela se sentaba ante el escritorio comedor, vestida de negro, con un gran delantal de rayas azules. Leía un libro, llevaba sus cuentas o escribía cartas; la plumilla de acero raspaba levemente el papel. Lalla trabajaba en la cocina, canturreando un poco para sí misma. Yo, inclinado sobre mi teatro de muñecos, levantaba gozoso el telón sobre el oscuro bosque de Caperucita o el iluminado salón de baile de la Cenicienta. Mi juego se adueñaba del espacio escénico, mi imaginación lo poblaba.

Ingmar Bergman,
Linterna Mágica

domingo, 7 de agosto de 2011

Uso imposible

¿De qué sirve sostener un constructo imaginario que nos falsifica, que nos despersonaliza, que enfatiza principios que no asumimos, que nos juega en una hipocresía hasta en los recodos donde uno se cree más auténtico?, ¿de qué sirve impostarse una imagen narcisista que no brega nada a favor de una realidad sustentable?

No hace falta otro espejo, alcanza con el reflejo natural en los elementos de la naturaleza muerta.

Pero estamos solos. Aunque ese nunca es el problema; sino que nos sentimos solos. Entonces nos perdemos en el infierno impropio -ni nuestro ni del otro; ajeno a todos- para creernos más queridos, más apreciados; mas es el consuelo de una sombra, a la sombra del sí mismo.

¿Para qué todas estas letras aquí, entonces? Se me dirá que caigo en contradicción (más que a nadie, como si no pudiera asumirlas, como si no tuviera en claro mi posición sobre la hoja, entre otras palabras).

Este escribiente no es otra cosa que atestiguaciones, propias o ajenas, no puede negar su impresión que redobla en interpretación, asume su río natural y lo hace verbo, río de letras, palabras que mojan mientras transportan.

Estas atestiguaciones quedan para l@s peregrin@s viajantes que no se apropian ni categorizan el paisaje, para quienes despliegan su misterio junto con la alteridad que convive, ésta misma; estas letras quedan para aquellos que recuerdan a un amigo sobre las sierras, y ¿por qué recordar a alguien en medio de la montaña?

Ahí mismo, no cabe para que..., ni utilidad alguna.

A usted, sólo a usted, ahí, un abrazo en la distancia.