domingo, 13 de julio de 2008

Un mañana.



Voy a decir algo muy sencillo al punto que alguno lo puede entender redundante; me refiero a las personas que gustan de escuchar al flaco Spinetta y acerca de en qué reside ese gusto: Spinetta hace canciones de Spinetta. Decirlo así se hace distinto a decir algo como cantautor, Spinetta no te trae a la cabeza Silvio Rodríguez, Joaquín Sabina, etc., acaso porque yo confunda cantautor con trova, sin embargo la sentencia no remite a que Spinetta canta canciones de su autoría, mas bien es mucho más amplia como indeterminada, porque Spinetta acaso no funda una relación de potencia-acto, porque nunca separa forma y contenido. En ocasiones una canción de Spinetta puede pasar desapercibida en su composición lírica y esto no es ingenuo en una estética de la palabra que busca ser encontrada entre los sonidos. La permanente alusión de figuraciones nunca se deslindan de la armonía y el tiempo de la banda: cristal, viento, silencio, elemento, amor, las palabras se permiten salir porque la música se combina. Se combina; el flaco no superpone nada; uno a veces cree que lo que importa en una de sus canciones es su relato, y de pronto sin que haya acabado uno cree descubrir que la poesía se le subordina a la música. Yo creo que a Spinetta le gusta que uno no se encuentre encerrado, le regala poesía musical a los árboles, se estrecha lo más posible a la naturalidad de lo natural, no pide a gritos “¡éxito!”. La modestia de artista no obstante se le subordina a la mirada porfiada; como si jugar un juego a capricho de deseo de lo más propio fuese un acto de enajenación, como si Spinetta por tener y dar y vivir el universo spinettiano no pudiese contemplar el cosmos de guerra en que todos andamos, es que no hay motivo para romper a un universo si éste no ha destruido otro universo. Spinetta apenas es un músico, mejor, un guitarrista que gusta de cantar. Como es tipo de costumbres amables, obtiene unos amigos con los que se junta a tocar cuanto puede, y si dieron ganas de que esa música llegue, la cosa pasa por encontrar vías. No importa claro, la cosa es hacer música, tocar, llegar.

La cosa es hacer, naturalmente.

Pero no quiero olvidarme del porqué del gusto del universo spinettiano; que Spinetta haga canciones de Spinetta, explica la suerte de fundición de la que atestigua su música, condición elemental para que surja esa indistinción que no subordina nada, a nada. Y sin embargo Spinetta ya no necesita para lograr ello, la búsqueda experimental típica de los ´70 producto o efecto de la globalización de los ´60.

No es mérito excepcional sin embargo decir que Spinetta hace canciones de Spinetta, es apenas, una condición. Por eso mismo creo, dije al comienzo que es algo sencillo. Pero parece que ocasionalmente la condición no sólo no se la advierte en distintos artistas, así como tampoco si es advertida logra ser apreciada. Eso me debería satisfacer para pensar acerca de la soledad comercial del flaco; es parte del mercado y sin embargo a manera de un Hitchcock, ganó al sistema fundiéndolo como otra y por lo tanto mera influencia más. Como artista, logró fundir todo en la obra, nada puede desmerecer la condición lograda aunque más no sea con reglas que han venido de otros, para y con propósitos varios desde luego, no artísticos.

Uno por ahí que escribió en la net sobre el último trabajo de Spinetta (Un mañana), dijo algo así como que todo el disco y todas sus canciones están hechas para tener un largo deleite spinettiano, y yo adhiero, creo que el espectador gusta de ello, gusta de poder decir, casi como bautizando: esta canción será inmortal.