jueves, 22 de octubre de 2009

Oktubre

De regreso a Octubre,
Desde Octubre,
Si un estandarte de mi parte,
Te prefiero igual,

XI

Se adelantaba lentamente, bajo un sol perpendicular a la tierra: su cuerpo sin sombra tenía la dura fragilidad de una rama, no sé yo qué fuerza combativa en su levedad ni qué terrible audacia en su decoro. Llevaba un traje celeste que la envolvía como un pedazo de bruma; pero el jardín, la luz, el aire, todo el trabajo de la tierra y del cielo se concertaban allí para vestirla, tan pavorosa era, sin embargo, su desnudez. Vuelto su rostro al sol, mostraba las dos violetas de sus ojos y el arco leve de su sonrisa; en torno de sus cabellos trazaba círculos una abeja zumbante. Al andar, sus pies menudos hacían crujir arenas de oro, conchas marinas y corazas azules de escarabajos; y su llegada me parecía interminable, como si Aquélla vienese de muy lejos, a través de cien días y cien noches.

El Cuaderno de Tapas Azules,
Adan Buenosayres
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Leopoldo Marechal