jueves, 20 de enero de 2011

Carta LVIII

"Pero su amigo afirma que nosotros podemos hacer uso con entera libertad, es decir, absolutamente, de la actividad de nuestra razón y en esa opinión persiste con bastante, por no decir demasiada, confianza. ¿En efecto, quién negaría, dice él, sino contradiciendo su propia conciencia que puedo pensar acerca de mis pensamientos, que quiero o que no quiero escribir? Me agradaría mucho saber de qué conciencia habla. Yo, por cierto, para no contradecir a mi conciencia, es decir, a la razón y a la experiencia, y para no fomentar prejuicios y la ignorancia, niego que pueda pensar, con algún poder absoluto de pensar, que quiero y que no quiero escribir. Pero apelo a la conciencia de él mismo que, indudablemente, habrá experimentado que al soñar no tiene el poder de pensar que quiere y que no quiere escribir; y cuando sueña que quiere escribir, no tiene el poder de soñar que no quiere escribir; y creo que no menos habrá experimentado que el alma no es siempre igualmente apta para pensar sobre el mismo objeto, sino que conforme el cuerpo es más apto para que en él se despierte la imagen de este o aquel objeto, también el alma es más apta para contemplar de este u otro objeto."

B.d.S. Epistolario