lunes, 28 de septiembre de 2009

Libro de Manuel

Ludmilla no dijo nada pero me pasó una vez más la mano por la cara, casi sin tocarme la piel, y era algo que precisamente se parecía tanto a la lástima. En fin, cómo saber cuál de las dos me tenía más lástima porque también Francine se quedaba mirándome de a ratos como alguien que quiere consolar y se dice que es inútil porque no hay ni siquiera desconsuelo, hay esa otra cosa sin nombre que yo no puedo dejar de buscar o de ser, y así da capo al fine. Nada acababa ahí puesto que todos teníamos razón, nuestra razón. Nada acababa ahí pero nada parecía empezar tampoco; al extremo de cada diálogo con Francine, con Ludmilla, se abría un nuevo plazo precario donde caricias y sonrisas eran como habitantes furtivos y corteses, andando en puntas de pie; convencerse, entonces, convencerse (y no, imposible aceptar eso: seguir sobre el techo hasta el final, romperse la crisma pero seguir a caballo sobre dos aguas, sobre dos mundos, queriendo hacerlos uno solo o diez mil), convencerse entonces de que TRIÁNGULO: Figura formada por tres líneas que se cortan mutuamente. No. Aunque se corten, y vaya si se cortan antes y después de las caricias. No. Euclides, no, carajo.

Julio Cortázar