sábado, 9 de abril de 2011

La denegación

En la interpretación nos tomamos la libertad de prescindir de la significación de la denegación y tomamos en consideración exclusivamente el contenido de la asociación.
En ocasiones puede conseguirse de un modo muy cómodo un rebuscado esclarecimiento de lo reprimido inconsciente.
La denegación es un modo de tomar conocimiento de lo reprimido, esto es, se trata verdaderamente de una cancelación de la represión pero, por cierto, sin admisión de lo reprimido. Se ve aquí como se diferencian la función intelectual del proceso afectivo. Con ayuda de la denegación se deshace sólo una de las consecuencias de los procesos de la represión, aquella que impedía llegar a la conciencia, ciertos contenidos de representaciones. De ello resulta un modo de admisión intelectual de lo reprimido con mantenimiento de lo esencial de la represión.
Logramos incluso vencer la denegación e imponer una completa admisión intelectual de lo reprimido y sin embargo con ello no ha sido cancelado el proceso de represión propiamente dicho. En el fondo, denegar algo en el juicio implica: "Esto es algo que desearía poder reprimir".
La condena es el sustituto intelectual de la represión, su "No", una marca de la misma, un certificado de origen.
Por medio del símbolo de la denegación el pensar se libra de las restricciones de la represión y se enriquece con contenidos de los que no puede prescindir en su tarea.
La afirmación -como sustituto de la unificación- pertenece al Eros. La denegación -sucesora de la expulsión- pertenece a la pulsión de destrucción. El tan común placer de denegar, el negativismo de algunos psicóticos, se puede comprender probablemente como un signo de la desintegración pulsional mediante retracción de los componentes libidinales.
Con esta concepción de la denegación concuerda muy bien el hecho de que en el análisis no se encuentre ningun "no" proveniente del inconsciente, y que el reconocimiento del inconsciente por parte del Yo se exprese en una fórmula negativa. Ninguna prueba es más fuerte respecto a una exitosa apertura del inconsciente que cuando el analizante reacciona con la siguiente expresión: "eso no lo he pensado nunca" o, "sobre ello no he pensado en absoluto".

Sigmund Freud, La denegación -selección-, 1925.