No es lo mismo felatio que cunnilingus: la diferencia -que a nadie parece importar-, reside en que el objeto al que la acción se entrega no es indistinto.
En un caso es el pene:
En el otro la vulva:
¿Por qué los hábitos del lenguaje se acomodan con tanta sencillez a hablar de "sexo oral", -sin mencionar la tan cómoda (pero recurso que encubre la vergüenza torpe del tema) expresión tosca, bárbara, grosera que acorde a la región varía- (no, definitivamente no me sentiría gracioso ni desvergonzado por mencionar ejemplos, no quiero ser otro individuo más que le dé cabida a juegos risibles por no contener su pudor al tratar de sexualidad)? Es una pena que se reduzca el potencial de la diferencia. Históricamente no se peca de falta de conciencia: desde las religiones hasta las científicas teorías que se preocupan por los lugares de los roles (sin agrandar el círculo de referencias posibles) como las funciones de la sexualidad, atienden a la diferencia de géneros. ¿Por qué se habla indistintamente?, ¿no son acaso artes completamente diversos, a pesar de la familiaridad? Por ahí uno decía a su manera que no es serio hablar de "chupar" en el caso del cunnilingus, porque no se trata de la misma situación que la felatio. Inconmovible a verdades científicas opino con igualdad, no pretendo acertar una verdad, sólo reclamo la valorización de la diferencia. Es fundamental abandonar algo tan universal y abstracto como "sexo oral", para lo que más bien consiste en convidar y ser convidado a instancias sexuales. Ante todo, el sexo exige tener presente lo concreto, lo individual, lo diferente.
Aprendamos del sexo, de nuestra sexualidad, ¿qué digo? ¡De nuestras sexualidades!
Aprendamos del sexo, de nuestra sexualidad, ¿qué digo? ¡De nuestras sexualidades!
A no olvidar que la obsesión intelectual, tan afanosa de homogeneidad, entorpece esta práctica, personalmente pondero la gracia del juego, éste rompe con toda ordenación fría, invita a la espontaneidad más auténtica sin ofenderse ingenua, y hace de la circusntancia una sonrisa nerviosa y excitante antes que un pobre pudor compartido y negado en iguales maneras.
Finalmente, aquí debajo dos figuraciones admirables que se coronan por sí solas.
(inviten, invítense)