Darle un giro a la propuesta culposa; en vez de pagar una deuda con el dolor de la vida en el infierno, ¿cómo entender una temporada en el infierno?
Dante se encontró perdido caminando en el infierno; en principio, no lo llevó la culpa, aunque muy posiblemente su inconsciente. ¿Qué resolvió? Una excursión de curiosidad que lo llevara a salir del círculo de los círculos.
Asimismo, el joven eterno Rimbaud, poeta francés que sentó a la belleza en sus piernas y al encontrarla amarga, la injurió, negocia con el demonio que lo condena a seguir siendo una hiena, ofreciéndole su escritura.
De ambos poetas se revela algo interesante: el problema con el infierno no es el de la culpa y el fuego del dolor, sino el de la ilusión y la repetición, o bien, la ilusión de la repetición.
Siendo ese el caso, ¿qué hacer ante la ilusión y la repetición?
Titubeo de formular la respuesta.
Se me anticipa un loco bigotudo que habita en mi espina dorsal.
En estas condiciones,
me escribo:
vivir gustosamente,
la mejor estadía
en el incendio
y
salir de allí
sólo vuelto
un egresado demonio
del infierno.