¡Ponerse en guardia contra quienes dan mucho valor a que se confíe en su tacto y sutileza morales en materia de distinciones morales! Jamás nos perdonan el haberse equivocado alguna vez en presencia nuestra (y, no digamos, a propósito de nosotros), -inevitablemente se convierten en nuestros calumniadores y detractores instintivos, aun cuando continúen siendo «amigos» nuestros-.
Bienaventurados los olvidadizos: pues «digerirán» incluso sus estupideces.
Bienaventurados los olvidadizos: pues «digerirán» incluso sus estupideces.
F. Nietzsche, Más allá del bien y del mal.