viernes, 26 de junio de 2009

El cuerpo [como ser sexuado]

Más: incluso apartado del circuito de la existencia, el cuerpo no cae del todo en sí mismo. Incluso si me absorvo en la vivencia de mi cuerpo y en la soledad de las sensaciones, no consigo suprimir toda referencia de mi vida a un mundo; a cada instante brota alguna intención de nuevo en mí, aun cuando sólo sea hacia los objetos que me rodean y caen bajo mis ojos, o hacia los instantes que van llegando y empujan hacia el pasado cuando acabo de vivir. Jamás me convierto completamente en una cosa dentro del mundo, siempre me falta la plenitud de existencia como cosa, mi propia sustancia huye de mí por el interior, y siempre se esboza alguna intención. En cuanto es portadora de «órganos de los sentidos», la existencia corpórea no se apoya jamás en sí misma, siempre está trabajada en un no-ser activo, continuamente me hace la proposición de vivir, y el tiempo natural, en cada instante que llega, dibuja sin cesar la forma vacía del verdadero acontecimiento. Esta proposición se queda, sin duda, sin su respuesta. El instante del tiempo natural no establece nada, hay que volverlo a empezar en seguida y, en efecto, vuelve a empezar en otro instante, las funciones sensoriales solas no me hacen ser-del-mundo: cuando me absorbo en mi cuerpo, mis ojos no me dan más que la envoltura sensible de las cosas y las de los demás hombres, las cosas mismas están afectadas de irrealidad, los comportamientos se descomponen en el absurdo, el mismo presente, como eternidad. La existencia corpórea, que pasa a través de mí sin mi complicidad, no es más que el bosquejo de una verdadera presencia en el mundo.

Maurice Merleau-Ponty, Fenomenología de la percepción

lunes, 15 de junio de 2009

Capricho Nro 6


Francisco de Goya, 1799.

viernes, 12 de junio de 2009

Extirpación Nro 11

El infinito no tiene número, pero se convino que recostando un ocho es una figura recomendable. El ocho es un número par, que inicialmente se reduce a dos elementos multiplicados por cuatro, algo así como dos veces para cada uno de los dos elementos. La cuenta responde a dos oportunidades para dos individuos que alguna vez se encontraron, y este acontecimiento es una manera del infinito, pero, casi pensando en almas, en esto ya se trata de la eternidad. Yo no sé si ya perdí todas las posibilidades de mis dos oportunidades. Pero hoy, que yo puedo hablar, no hablaré de mí, aprovecharé este breve lapso en que yo hablo porque sólo en este breve lapso de tiempo puedo patalear, regañar, refunfuñar, con tal que aquí nadie hay que pueda fastidiarse por ello, hablaré, con tal de vivir este pequeño respiro de libertad que inmediato comienza su ida.

Tengo que hablarte a vos, y te hablo aquí aunque nunca me respondas, porque me tienes cansado y agobiado con tu juego, con esa inocencia mal parada, mal creída y mal diseñada, tan enferma y dispar, tan ronca e ingenua, que crees que por verme como postal, piensas por eso que no significo; pero ya ves, si no signfico no es porque ya no..., sino porque vos misma volas contra el vidrio y te golpeas adrede contra el muro invisible, sos la mosca más voluntariosa contra la traslúcida realidad. Estoy comenzando a odiarte sin odio, a tener violencia contra vos sin que seas una carne, o mejor (para que entiendas y no digas que me guardo críptico en formol) sin que esa violencia fantasmal que encarno para mí y para ti pueda transformarse en amor, sin que esa autoposesión que estando aislada de su otro aquí, sólo es cáncer, sin poder ser allí una posesión de los cuerpos y el aura que a nosotros mismos nos infundimos, porque, sabes bien, no hay amor que no nazca de la pasión... y la pasión es ambigua, oscura e incierta.
Y eres triste, tanto que crees que por verme a mí honesto en mi dolor y mi condena, crees estar más fuerte. No pienso, creo soberanamente que piensas en mí, que me necesitas a mí, que en mi inexistencia peso con mi aliento.
Pero no quieres ya amar, no quieres amarme, quieres creer jugar a otro amor, a otra naturaleza, en otro perfume, y yo soy muy torpe aún para tener un pájaro en mano a cien volando, aunque debes saber que el cáncer ocupa tantos lugares con el dolor, que uno se olvida de la belleza de este mundo.
No diré de mí acá, aunque por hablarte justo a vos, ya rompí con esa promesa, pero no diré más de mí sencillamente porque acá estoy yo, hablandote a vos, para llegar a vos; estoy acá por dirigirme a vos, sabiendo que es en vano, que es para nada, porque sé que no me atenderás, que te burlarás, que refunfuñarás, pero es bueno en todo esto saber que, después de tantos años, si hoy Conficio escribiera su Gurges, ya no angustiaría por el anonimato de su lector, yo sé como nadie podría saber, que Conficio le estaría escribiendo a alguien (lo que no es poco).

lunes, 1 de junio de 2009

Etica, III, PII, Esc.

Si los hombres no tuviesen experiencia de que hacemos muchas cosas de las que después nos arrepentimos, y de que a menudo, cuando hay en nosotros conflicto entre afectos contrarios, reconocemos lo que es mejor y hacemos lo que es peor, nada impediría que creyesen que lo hacemos todo libremente. Así, el niño cree que apetece libremente la leche, el muchacho irritado, que quiere libremente la venganza, y el tímido, la fuga. También el ebrio cree decir por libre decisión de su alma lo que, ya sobrio, quisiera haber callado, y asimismo el que delira, la charlatana, el niño, y otros muchos de esta laya creen hablar por libre decisión del alma, siendo así que no pueden reprimir el impulso que les hace hablar. De modo que la experiencia misma, no menos claramente que la razón, enseña que los hombres creen ser libres solo a causa de que son conscientes de sus acciones, e ignorantes de las causas que las determinan, y, además, porque las decisiones del alma no son otra cosa que los apetitos mismos, y varían según la diversa disposición del cuerpo, pues cada cual se comporta según su afecto, y quienes padecen conflicto entre afectos contrarios no saben lo que quieren, y quienes carecen de afecto son impulsados acá y allá por cosas sin importancia.

Baruj Spinoza