martes, 27 de septiembre de 2011

Delimitación afectiva

Hace falta lo común,
pero no sin constancia,
además de reciprocidad
en la tensión compartida
en silencio.

No puede ser
si no hay paralelo
en los gestos,
Ni puede haber
si no hay profundidad
en el trazo del tiempo,
aún contando con
el suspenso.


De otro modo
es
capricho,
obstinación,
obsesión;

reducción.

De otro modo
no es
deseo,
el riesgo de querer
a quien se quiere (querer).

Entre uno y otro querer,
sólo hay un paso
¡imperceptible!
que diferencia:

Atreverse a
leer al otro;
leerse a sí.

Y claro;
-leer-
lo que
acontece.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

El niño madura, o quizás le gana la urgencia. ¿ donde queda tu vocación de silente, de eterno fugado, de no correspondencia más que por solicitud explícita y ni siquiera eso ? Mutaciones del alma, quizás. Quizás solamente un pedido velado, una certeza surgida de la necesidad. Sorprendida, te dejo un saludo niño de ojos brujos. Dilushon.

Anónimo dijo...

El pedido es expreso a cada cual: no obsesionarse con el otro, desearlo en su infinita libertad; recrearse así con el ser querido y no rellenarlo de paja para que sea el muñeco de las siestas. Sabes de eso Dilushon, más que "el niño".

Ojalá todos los niños puedan vivir esa patria que se llama infancia.

Una mancha y una escondida a la niña por ahí. Besos.